lunes, 30 de diciembre de 2013

Cerebro electrico

La televisión  tomo fuertemente de mi mano, para que no la prendiera. Se encontraba demasiado agotada como para estar encendida por 24 horas mas, además estaba cansada de repetir las mismas rutinas de siempre.
Yo no supe que hacer, si no veía mi programa favorito no tendría que contar al día siguiente en la oficina.

Pero ella se negó terminantemente y me dejo llorando, casi enloquecido, ya que ese día  no pude ver mi programa favorito. Al terminar mi llanto, el aparato me azotó brutalmente con el cable que de ella colgaba, pero los golpes no dolían tanto como el haberse perdido la programación especial del día de hoy. Sin duda que el televisor se canso de ver mi estúpido rostro frente a él. A veces, yo también me canso de mirarme al espejo, es por eso que mejor miro su pantalla. Ella tiene millones de rostros mejor que el mío, pero ninguno tan sabio como mi aparato.

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