La risa es una de las cosas más reprimidas por la sociedad en todo el
mundo, en todas las épocas.
La sociedad quiere que seas serio, los padres quieren que sus hijos sean
serios, los maestros quieren que sus alumnos sean serios, los jefes quieren que sus
subordinados sean serios, los comandantes desean que sus soldados sean serios.
La seriedad es un requisito para todos.
La risa es peligrosa y rebelde. Si un maestro te está enseñando algo y tú
empiezas a reírte, se lo tomará como un insulto. Si tus padres te están diciendo
algo y tú empiezas a reírte, se lo tomarán como un insulto. La seriedad es
considerada honorable, es respetada.
La risa ha sido reprimida en tal medida que, aunque en todas partes la vida
es hilarante, nadie ríe. Si liberas a tu risa de sus cadenas, de sus ligaduras, te
sorprenderás: a cada paso sucede algo hilarante.
La vida no es seria. Solamente las tumbas son serias, sólo la muerte es
seria.
La vida es amor, la vida es risa, la vida es danza, es una canción.
Pero hemos de dar a la vida una nueva orientación. El pasado ha dejado a
la vida tremendamente lisiada, te ha hecho casi ciego a la risa como la gente que
es ciega para un determinado color.
Un diez por ciento de la gente es ciega para un determinado color. Es un
porcentaje elevado, pero los que lo padecen no son conscientes de su daltonismo.
George Bernard Shaw tenía este tipo de ceguera, pero no se enteró hasta
los sesenta años. El día de su cumpleaños alguien le regaló una chaqueta, una
americana, pero se olvidó de regalarle la corbata. George Bernard Shaw fue con
su secretaria a comprar una corbata que hiciera juego con la chaqueta, pues le
gustaba mucho. Se puso a mirar corbatas y eligió una. Su secretaria se quedó
perpleja, casi sin creérselo: la chaqueta era amarilla y la corbata verde. Le dijo:
-¿Qué haces? Esa combinación es muy estrafalaria.
Él contestó:
-¿Por qué ha de ser estrafalaria? Son del mismo color.
El vendedor, el encargado del almacén, todos, acudieron y se preguntaban
cómo era posible… Era incapaz de distinguir entre el amarillo y el verde. Le
parecían iguales. Era daltónico. Pero durante sesenta años no se había dado
cuenta.
Y en el mundo, un diez por cuento de la gente es daltónica. Confunden
determinados colores o son ciegos para alguno.
La constante represión de la risa te ha convertido en daltónico para la risa.
En todas partes surge la ocasión, pero tú no encuentras razón alguna para
reír, Si tu risa fuera liberada de sus ligaduras, el mundo estaría lleno de risas. Y el
que esté lleno de risa es una bendición porque eso cambiará por completo la vida
del ser humano. No te hará ser tan miserable como actualmente eres. En realidad,
no eres tan miserable como aparentas: es tu miseria más tu seriedad lo que te
hace parecer tan miserable. Simplemente: ¡añade risa a tu miseria y no parecerás
tan miserable!
En un edificio de apartamentos… los apartamentos modernos tiene paredes
tan delgadas que, quieras o no, has de oír lo que ocurre al otro lado de la pared.
En cierto modo es muy humano.
Los inquilinos estaban asombrados de lo mismo: todas las parejas estaban
siempre peleándose, lanzándose almohadas, trastos, rompiendo tazas y vajillas,
gritándose, los maridos pegando a las mujeres, las esposas gritando… no era
necesario altavoz alguno… y todos los vecinos disfrutaban del espectáculo.
El único problema era un sardarji. En su piso nunca se oía discutir; por el
contrario: siempre se oían risas. Todos estaban perplejos. “¿Qué ocurre? ¿Es que
esa gente nunca se pelea?... Siempre están riendo. Y los dos se ríen tan fuerte que
los oye todo el mundo”.
Un día decidieron averiguar lo que allí ocurría: “¡Nosotros aquí perdiéndonos
el espectáculo y ellos allí disfrutando tanto! ¿Cuál es el secreto?”.
Un día, cuando el sardarji salía de una tienda después de haber comprado
verduras y otros artículos, le abordaron diciéndole:
-Nos has de revelar cuál es el secreto, por qué ríes cuando todos pelean.
El sardarji les contestó:
-Es mejor que no me obliguéis a contároslo porque es un secreto del que me
avergüenzo.
Ellos le dijeron:
-¿Te avergüenzas? ¡Creíamos que os lo pasabais en grande! Siempre os
oíamos reír…o a ti o a tu mujer… sin discutir nunca.
El sardarji les dijo:
-Lo que sucede es que ella me tira los trastos y si falla, entonces me río. Si
no falla, entonces se ríe ella. Eso es lo que pasa siempre… simplemente ocurre que
nuestro sistema es diferente… yo he aprendido a hacerla fallar y ella ha aprendido
a…
Después de veinte años, el mismo sardar quiso divorciarse de su mujer. El
magistrado había oído hablar de ellos: eran la única pareja en toda la ciudad de la
que se decía que nunca habían peleado. Simplemente reían… Todos les conocían
como “la pareja de las risas”.
El magistrado les dijo:
-¿Qué es lo que ha fallado? Sois muy famosos.
El sardar le contestó:
-¡Olvídese del asunto y simplemente dénos el divorcio!
Pero el juez le replicó:
-¡He de saber la razón!
El sardar le dijo:
-La razón es muy simple: ella me agrede. Y ya es demasiado. He estado
soportando sus golpes durante años.
El juez le preguntó:
-¿Durante cuánto tiempo habéis estado casados?
Él le dijo:
-Casi treinta años.
El magistrado argumentó:
-Si has sido capaz de soportar a tu mujer durante treinta años, entonces
sólo veinte años más y…
Pero el sardar le contestó:
-No, no es eso… Antes sabía esquivarla, pero ahora se ha convertido en una
experta lanzadora… ¡no hay forma de esquivarla! Ahora, sólo es ella la que ríe.
¡Hace diez años que yo no río! ¡Es insoportable! Al principio era perfecto: mitad y
mitad; no había problema. Yo me reía y ella también se reía. Pero ahora es ella la
que se ríe el cien por cien de las veces. Yo me quedo de pie como un tonto
siempre. No puedo soportarlo más.
Mira la vida a tú alrededor y trata de descubrir el lado humorístico de todas
las cosas.
Todo lo que sucede tiene un lado humorístico. Sencillamente necesitas un
poco de sentido del humor.
Ninguna religión ha aceptado nunca el sentido del humor como cualidad
religiosa. Yo quiero que el sentido del humor se convierta en una cualidad
fundamental del buen hombre, del hombre moral, del hombre religioso. Y no es
necesario esforzarse mucho; simplemente trata de verlo en todas partes…
Una vez, cuando era estudiante, viajaba en autocar. El cobrador se
encontraba en apuros porque había treinta y un pasajeros y solamente tenía el
dinero de treinta billetes. Entonces preguntó:
-¿Quién no me ha pagado?
Pero nadie le respondió. Él continuó:
-¿Qué hago? ¿Cómo voy a saber quién ha sido?
Yo le dije:
-Hay una cosa: dile al conductor que detenga el autocar y que diga a la
gente que, a menos que salga el que no ha pagado el billete, el autocar no
continuará el viaje.
El cobrador dijo:
-De acuerdo.
Pararon el autocar. Todos se miraban entre sí. ¿Qué hacer? Nadie sabía
quién había sido. Finalmente uno se levantó y dijo:
-Perdonadme. Yo soy el que no ha pagado. Aquí tenéis el dinero.
El conductor le preguntó:
-¿Cuál es tu nombre?
Él contestó:
-Mi nombre es Achchelal.
Achchelal significa “buen hombre”. Y yo me quedé sorprendido porque de
las treinta persona, nadie se rió. Cuando dijo: “Achchelal”, casi no podía creerlo…
un “buen hombre” haciendo una cosa así… ¡y nadie parecía verle la gracia!
La seriedad se ha convertido en parte de nuestros huesos y de nuestra
sangre. Tendrás que esforzarte un poco para liberarte de tu seriedad… y tendrás
que estar atento, vigilante… Siempre que te encuentres con una situación graciosa,
¡no pierdas la oportunidad! En todas partes hay gente que se da un patinazo con
una piel de plátano… simplemente ocurre que nadie les mira. En realidad, eso es
considerado incorrecto. No lo es porque sólo los bananas (*) patinan con las pieles
de plátanos.
Hay que aprender a reír. La risa es una gran medicina. Puede curar muchas
de tus tensiones, ansiedades y preocupaciones. Toda tu energía puede fluir en la
risa. Y no es necesario que haya una excusa, una situación, una causa.
En mis campos de meditación solía utilizar una “meditación de la risa”. Sin
razón alguna todos tenían que sentarse y empezar a reír. Al principio se sentían un
poco incómodos porque no tenían ningún motivo, pero cuando todos se ponían a
reír, ellos también se lanzaban. Pronto, todo el mundo reía desaforadamente, la
gente se retorcía por el suelo. Se reían del hecho de que tanta gente se estuviera
riendo sin razón alguna, por nada; ni siquiera se había contado un chiste. Y se
extendía como las olas.
No hace ningún mal… sentado en tu habitación, cierra las puertas y ríe
durante una hora. Ríete de ti mismo. Pero aprende a reír.
La seriedad es un pecado y una enfermedad.
La risa es tremendamente hermosa, ligera. Te hará liviano y te
proporcionará alas para volar. Y la vida está llena de oportunidades. Simplemente
necesitas algo de sensibilidad. Crea también oportunidades para que los demás se
rían. La risa debería convertirse en una de las cualidades más apreciadas, más
valoradas, de los seres humanos porque solamente el hombre es capaz de reír.
Ningún animal es capaz de hacerlo. Y debido a que es humano, ha de ser del orden
más elevado. Reprimirla es destruir una cualidad humana.
Osho.
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