martes, 24 de febrero de 2015

Soltar

La vida se manifiesta a sí misma cuando no te aferras a ella, cuando no te apegas, cuando no acaparas, cuando no eres miserable. Cuando estás suelto y dispuesto a soltar, cuando no cierras el puño, cuando tienes la mano abierta. La vida se revela a sí misma llanamente cuando no te aferras a ella ni de sentimiento ni de pensamiento.
Desapego, ése es el secreto, todo un arte. Todo lo que se guarda acaba estropeándose, todo. Acumula algo y lo matarás, acumula y se ranciará. La razón es que todo lo que es importante, vivo y en movimiento, es momentáneo.
Al acumularlo pretendes convertirlo en permanente. Amas a una mujer, amas a un hombre, y quieres poseerlo, o poseerle, quieres que sea permanente. Inténtalo. Es momentáneo, pero si vives el momento soltando por completo, entonces es eterno. Un momento vivido por completo, en un estado mental relajado, es la eternidad. Pero no vives en el momento y no sabes qué es la eternidad, por ello quieres convertirlo en permanente. Quieres que también dure mañana, y al día siguiente, también al año siguiente, y tal vez en la próxima vida. Quieres acumularlo.
Estas tres palabras son importantes: momentáneo, permanente, eterno. En los diccionarios normales y corrientes, el significado de eterno parece ser: “para siempre jamás”. Es erróneo. Ése no es el significado de eterno, sino de permanente. Entonces la permanencia se transforma en eternidad, pero no es así.
Eternidad no es duración; es profundidad en el momento. Eternidad es parte de lo momentáneo, no está contra lo momentáneo. Lo que está en contra de lo momentáneo es lo permanente.
Si profundizas en el momento, si te dejas hundir en lo momentáneo, disolviéndose por completo en ello, tendrás un vislumbre de eternidad. Todo momento vivido total y relajadamente es eternidad.
La eternidad está siempre presente. El “ahora” es parte de la eternidad, no parte del tiempo.
Soltar... al igual que una hoja desciende en la corriente de un arroyo.
Osho, El sendero del Zen

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