Tengo una amiga, que no veo hace diez años, ella cree que
cuando hablamos por teléfono y me cuenta sus penurias de desamor yo tomo lápiz,
papel y me pongo a escribir lo
que ella me cuenta. Si supiera que sus
historias no me interesan en lo más mínimo, si supiera que solo la escucho para
poder llevármela a la cama algún día y por ultimo porque no tengo nada que
hacer.
La ultima historia que me contó,
fue que se había acostado con un compañero de trabajo, pero que sin embargo
ella amaba a su novio y que estaba muy arrepentida, el conflicto era que si se
lo contaba al cornudo o no.
Yo como buen samaritano, le
aconsejaba que la verdad siempre era premiada y al final siempre se sabía, por
lo que era lo mejor que podía hacer.
Ante estas alegóricas palabras,
ella entraba en otro embrollo pero yo no le prestaba mucha atención, pero siempre le proponía las cosas desde otra
perspectiva, aunque les reitero que sin
saber lo que decía.- ¿Cómo el ser humano puede ser tan invecil, como para no
darse cuenta que su interlocutor no se interesa para nada en él?-.
Mientras más pasaban los minutos,
más me la imaginaba a mi lado, pero nunca me atrevía a decir lo que pensaba,
seguro que me cortaba el teléfono y no me llamaría más. Por lo que le conté que
era escritor, le propuse leer unos cuentos o poemas de desamor. Ella acepto,
con lo que por fin hablamos de otra cosa que no sean de sus infidelidades.
Le leía siempre el mismo cuento,
el que hablaba de un hombre enamorado que jamás conseguía su amor. Ella deseaba
ser la mujer por la que el hombre enloquecía y me preguntaba si yo deseaba ser
el o si era ese hombre. A lo que respondía que no era, pero que si ella era la
mujer me encantaría serlo, aunque la verdad es que era una mujer demasiado
histérica como para tener un amor tan idílico con ella, tenía solo un atractivo
carnal, siempre me hablaba de tantos hombres que había llevado a la cama, que
yo deseaba ser uno mas y no ser el único.
Las llamadas se repetían todas
las noches, al igual que el cuento. Nos imaginábamos la continuación de esta
historia y nos reíamos mucho inventando diferentes situaciones, las
conversaciones cambiaron, ya no hablamos de moteles, ni de su novio. Hablábamos
de sueños, de fantasías, de lugares que conocíamos sin haber estado. Con el
tiempo, sus llamadas las esperaba, me entretenía mucho y ella ya no lloraba.
Eran diez años que no la veía. Me
propuso que nos juntáramos, me dijo que se sentía sola, deseaba verme y
abrasarme. En ese instante llego a mí un frió en todo mi cuerpo, las palabras
no me fluían y el miedo se hizo dueño de mí, pero igual le dije que bueno, que
a las ocho en el mismo lugar donde nos habíamos juntado por primera y única vez
hace diez años. nos preguntamos como iríamos vestidos, le dije que jeans,
chaleco y mochila. Ella dijo que jeans negros, chaqueta y botines, que su pelo
ahora era rojizo y no negro como aquella vez, agrego que estaba nerviosa y que
llevara un condón por si acaso le daban ganas. Solo atine a reír y decir que
bueno, parece que el tanto escuchar tonteras por fin traerían las
satisfacciones correspondientes.
Al llegar al mismo lugar que hace
diez años espere a una chica vestida de negro, vi el asiento ocupado por una
pareja que se besaba apasionadamente, por lo que me senté tres bancos mas allá,
quede ubicado en un lugar desde el cual tenia una vista total, tanto del
asiento en cuestión como de la entrada al parque. Las horas pasaron y muchas
chicas de pelo rojizo entraron al lugar, todas me miraron y me saludaron, pero
ninguna se sentó junto a mí. Llego el turno de cerrar el parque y ella no
llego.
Al volver a casa, espere
impacientemente su llamada, pero esta no llego, jamás anote su numero, por lo
que nunca la pude llamar para saber porque no fue a encontrarse conmigo ese
día.
Hay muchas razones por las que creo que no fue, pero ya no importan. Lo
que me parece extraño si, es que ahora todas las mujeres de cabello rojizo me
saludan y con ellas sueño todas las noches, aun escucho su voz pidiéndome una
explicación de: ¿porque esos amantes jamás se juntan? y ¿porque ella tenia que
morir justo minutos antes del encuentro?, tal como en mi cuento... que todas
las noches le leía
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