Asentado en sentir, escindido de los pensamientos, enfréntate al yo; y cuando te enfrentas al él, descubres que no existe. Era sólo una palabra útil, un símbolo lingüístico..., necesario, pero no real. Incluso un buda tiene que usarlo, incluso después de su iluminación. Es sólo un utensilio lingüístico. Pero cuando un buda dice «yo», nunca quiere decir «yo», porque no hay ninguno.
Cuando te enfrentes a este «yo», desaparecerá. El miedo se puede apoderar de ti en ese momento, puedes asustarte. Y les sucede a muchos: entran profundamente en semejantes técnicas y se asustan tanto que escapan de ellas.
Así que recuerda esto: cuando sientas y te enfrentes a tu «yo», estarás en la misma situación en que estarás cuando mueras: la misma, porque el «yo» está desapareciendo, y sientes que te está ocurriendo la muerte. Tendrás una sensación de que te hundes, sentirás que te estás hundiendo más y más. Y si te asustas, volverás a salir y te aferrarás a los pensamientos, porque esos pensamientos serán útiles. Esas nubes estarán ahí, puedes aferrarte a ellas, y entonces el miedo se irá de ti.
Recuerda: este miedo es muy bueno, es una señal muy esperanzadora. Pone de manifiesto que ahora estás profundizando... y la muerte es el punto más profundo. Si puedes entrar en la muerte, te volverás inmortal, porque el que entra en la muerte no puede morir. Entonces la muerte también está simplemente a tu alrededor; nunca en el centro, sólo en la periferia. Cuando el «yo» desaparece, eres como la muerte. Lo viejo ya no existe y lo nuevo ha llegado a la existencia.
La consciencia que resultará es absolutamente nueva, incontaminada, joven, virgen. Lo viejo ya no existe..., y lo viejo ni siquiera ha sido tocado. Ese «yo» desaparece, y estás en tu virginidad prístina, en tu frescor absoluto. Se ha tocado la capa más profunda del ser.
Osho, El libro de los Secretos |
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