lunes, 20 de julio de 2015

Observar

No se puede detener el pensamiento. No es que no se detenga, pero no se puede detener. Se detiene por sí solo. Esta distinción hay que entenderla bien; de lo contrario, te volverás loco persiguiendo a tu mente.
La no-mente no surge deteniendo el pensamiento. Cuando ya no hay pensamiento, hay no-mente. Pero el esfuerzo de detenerlo creará más ansiedad, creará conflictos, hará que te dividas. Vivirás en un constante torbellino interior. Eso no te va a servir de nada.
Y aunque consiguieras detenerlo por la fuerza durante unos instantes eso no representa ningún logro... porque esos pocos momentos estarán casi, muertos, no estarán vivos. Puedes sentir una especie de quietud... pero no silencio. Porque la quietud forzada no es silencio. Por debajo, en las profundidades del subconsciente, la mente reprimida sigue funcionando.
Así pues, no hay manera de detener la mente. Pero la mente se detiene... de eso no cabe duda. Se detiene por si sola.
¿Qué es lo que hay que hacer? Observa. No trates de detenerla. No hay necesidad de realizar ningún acto contra la mente. En primer lugar, ¿quién lo iba a hacer? Sería la mente luchando, contra sí misma. Dividirás tu mente en dos: una parte que intenta tomar el mando, hacerse el amo, matar a la otra parte de sí misma... lo cual es absurdo. Es un juego idiota, que te puede volver loco. No intentes detener la mente o el pensamiento... solo obsérvalo, déjalo fluir. Déjalo en completa libertad. Deja que corra tan rápido como quiera. No intentes controlado en modo alguno. Limítate a ser testigo.
¡Es hermoso! La mente es uno de los mecanismos más hermosos. La ciencia todavía no ha logrado crear algo similar a la mente. La mente sigue siendo la obra maestra. Tan complicada, tan tremendamente poderosa, con tantísimas posibilidades. ¡Obsérvala! ¡Disfrútala! y no la mires como un enemigo, porque si miras la mente como un enemigo no puedes observar. Ya la miras con prejuicios, ya estás en contra. Ya has decidido que la mente tiene algo malo, ya has llegado a conclusiones. Y cuando miras a alguien como un enemigo, nunca puedes mirar con profundidad, nunca puedes mirar al fondo de los ojos; lo evitas.
Observar la mente significa mirarla con profundo amor, con profundo respeto, con reverencia. Es un don de Dios.- La mente en sí misma no tiene nada de malo. Pensar no tiene nada de malo en sí mismo. Es un proceso muy bello, como otros procesos. Las nubes que se mueven por el cielo son bellas. ¿Por qué no van a serlo los pensamientos que se mueven en el cielo interior? Las flores que brotan en los árboles son bellas. ¿Por qué no van a serlo las ideas que brotan en tu ser? El río que discurre hacia el mar es bello. ¿Por qué no ha de serlo esta corriente de pensamientos que fluye hacia un destino desconocido? ¿Acaso no es hermoso? Míralo con profunda reverencia. No seas un combatiente, sé un amante.
Osho

No hay comentarios: