La máscara de monstruo, que tengo en mi velador, por las noches cobra vida y se transforma en un perro malvado que sale por las calles a morder a todo aquel que se cruza por su camino.
Por las mañanas, un niño llamado Lemur, toma la máscara y juega con ella. De tanto jugar, este niño ya tiene cara de perro. Es tanta la cara de quiltro, que todos al pasar le gritan fuertemente ¡cara de perro!.
Afortunadamente aun no muerde a nadie, pero es factible que en cualquier momento lo haga. Así que ten mucho cuidado con el niño cara de perro y mi mascara de monstruo mágica.
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