Nadie ríe sólo, y cuando esto sucede, quien lo hace no puede realizarlo más allá de un universo simbólico socializado, que reafirma o deconstruye como evaluaciones contrastantes de la realidad subjetiva socialmente construida. ¿Cómo es posible que los significados subjetivos se vuelvan facticidades objetivas? ¿Cómo esas fácticidades objetivas, que consideramos realidad, se contrastan de manea permanente para afianzarla o para morigerar los efectos “traumáticos” a través de la risa simbólica? Fundamentalmente, a través de la articulación espacio-temporal subjetiva, social y mediática de las sociedades, incluyendo la geliá y su función intersubjetiva como un factor que ayuda a caracterizar las sociedades desde valores representacionales que clasificamos como de premodernidad, modernidad y posmodernidad.
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