Los deportes están muy bien, y se debería animar a los adolescentes a que no sean sólo observadores de los jugadores, sino que también participen. Lo que sucede es que hay miles de personas que solamente miran, y sólo unos cuantos profesionales juegan. Esta situación no es buena. Deberían participar todos los adolescentes porque les va a proporcionar salud física, un cierto tipo de agilidad, una cierta inteligencia, y es perfecto para los jóvenes.
Pero ser sólo un observador y además delante de un televisor no está bien. No está bien pasarse cinco o seis horas pegado a la silla delante del televisor mirando a otros jugar al fútbol o cualquier otro deporte. No te hace crecer. Al contrario, esto te convierte en un extraño en todo, nunca en un participante, cuando es muy necesario ser un participante, estar implicado, comprometido.
De vez en cuando está bien ver jugar a los expertos, para aprender, pero sólo para aprender; de otro modo, todo el mundo debería estar en las canchas. No veo cuál es el problema. Los jóvenes deberían jugar; también deberían jugar las gentes mayores, si encuentran tiempo. Incluso los jubilados deberían jugar, aquellos que quieran vivir un poco más. Deberíamos encontrar juegos para cada grupo de edad de modo que todo el mundo se dedicase a jugar durante toda su vida, de acuerdo con su edad y de acuerdo con su fuerza. Pero la vida debería ser un deporte.
El deporte tiene algo muy hermoso que me gustaría que recordaran: te enseña que no importa si sales derrotado o si sales victorioso. Lo que importa es que juegues bien, que juegues totalmente, que juegues intensamente, que lo des todo y no te guardes nada. Eso es deportividad. Los otros pueden salir victoriosos, no hay celos; puedes felicitarlos y puedes celebrar su victoria. Lo único que se necesita es que no te guardes nada, que pongas en ello todas tus energías.
Osho, de El Libro del Niño |
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