Mantener el buen humor en momentos de crisis. Fácil de decir, difícil de hacer. Y, sin embargo, el humor es una de los recursos de la resiliencia.
La palabra resiliencia se ha ido instalando en el vocabulario, terapia mediante. Según la Asociación Psicoanalítica Norteamericana, la resiliencia es un fenómeno cotidiano: el proceso de adaptarse a la adversidad, a un trauma, a una tragedia, a una amenaza o a fuentes de tensión. Algo que todos hacen desde siempre.
Tener una buena capacidad de resiliencia no significa no sufrir, no pasar momentos de angustia ante las cosas malas, sino poder sobrellevarlo, procesarlo y seguir adelante. Hacer en forma eficaz el pequeño proceso de duelo que cada dolor cotidiano implica, con las herramientas adecuadas.
Tener una buena capacidad de resiliencia no significa no sufrir
Entre las recomendaciones de la comunidad psicoanalítica para mejorar la resiliencia, las más comunes son fomentar las relaciones con el círculo más íntimo en momentos de crisis, no quedarse estancado –mantenerse activo, tomar decisiones, moverse hacia las propias metas– y tratar de no ver cada crisis como un obstáculo insuperable (algo común en situaciones extremas). Aceptar que el cambio, para bien o para mal, es parte de la vida y tomar la tragedia personal como un viaje de autoconocimiento, sosteniendo una visión positiva sobre uno mismo, fomenta la resiliencia.
Cuando la vida no sonríe
"El humor surge con frecuencia de un defecto de la realidad, de algo que no es exactamente correcto o que no es correcto en absoluto", explica el sociólogo belga Stefan Vanistendael en su ensayo Sonreír cuando la vida no nos sonríe, "Es cierto que el humor varía mucho entre culturas, aunque las estructuras subyacentes del humor son bastante estables, como el efecto de la sorpresa o la combinación de extrañeza y mantenimiento de la confianza".
Reír ante la adversidad es, en esencia, aceptar su lado positivo, o su lado inusual, o su lado absurdo y dejarlo ir. Pero no es "una negación de los problemas"; continúa Vanistendael, "muy por el contrario, reconoce que hay un problema, pero de un chispazo enriquece nuestra percepción y nos revela un aspecto positivo –oculto u olvidado– de la situación".
Reír ante la adversidad es aceptar su lado absurdo
Bromeamos en los funerales. El chiste –o más bien la sorpresa que genera el chiste– ayuda a liberar la tensión. ¿Es esto moral y socialmente correcto? ¿Es psicológicamente correcto? Por lo pronto, el humor como mecanismo de defensa es un recurso de resiliencia tan válido como natural. Así y todo, bromear con los sufrientes transita por una frontera compleja. Porque, claro, según afirma el sociólogo belga, "el humor requiere normalmente de un clima de confianza". Si no, se vuelve agresión.
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