La gente se ríe de los demás, pero nuca se ríe de sí misma. Deben aprender
a hacerlo. Si puedes reírte de ti mismo, la seriedad desaparece. Si eres capaz de
reírte de ti mismo, la seriedad no podrá morar dentro de ti.
En los monasterios zen, los monjes tienen que reír. Lo primero que han de
hacer por la mañana es reír; lo primero. En el instante en que el monje se da
cuenta de que ya no está dormido, ha de saltar de la cama, ponerse en actitud de
bufón, como un payaso de circo, y ha de empezar a reír, a reírse de sí mismo. El
día no puede comenzar mejor.
Reírse de sí mismo mata al ego; y cuando te mueves en el mundo, te
vuelves más transparente, más ligero. Si te has reído de ti mismo, no te molestará
que los demás se rían de ti. De hecho, simplemente están cooperando, están
haciendo lo mismo que tú estabas haciendo. Aprende a reírte de ti mismo, de tu
seriedad y cosas así. Puedes ponerte serio respecto a la seriedad; entonces, en vez
de una enfermedad, habrás creado dos. Entonces puedes ponerte serio también
por eso, y seguir y seguir.
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