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No hay hombre sin juego ni juego sin hombre.
Entre las varias dimensiones que posee el hombre, está la predisposición al juego. El juego es una actividad que se encuentra íntimamente relacionada con el Homo Ludens u “hombre que juega”.
A través del juego, el hombre se remonta a esa especial dimensión; dimensión de alegría, a otro mundo donde se muestra la esencia de cada uno de nosotros; en forma libre, espontánea.
El juego a través de las distintas culturas a lo largo del tiempo se a considerado de distintas formas y a tenido diferentes explicaciones, tanto sicológicas como fisiológicas, científicas, etc. Pero todas estas explicaciones, se excluyen, no porque sean erróneas, sino porque son muy específicas y parciales. Una no abarca a todas.
Como señala Huizinga “todo ser pensante puede imaginarse la realidad del juego” por lo tanto, éste puede adoptar distintos significados dependiendo del contexto, ya que todos los hombres tienen su mundo propio, que está formado por el conocimiento previo que la persona tenga y por la cultura en la cual se encuentra inmerso.
El juego tiene diversas formas de expresión según las diferentes etapas en la vida del hombre. En un principio se presenta sólo en el ámbito infantil, el cual muestra los rasgos esenciales del juego humano. En lo más profundo del juego infantil encontramos que el encanto del juego aumenta si éste es secreto; es algo para él y no para los demás. Acá podemos observar claramente que es menos profundo que el de los adultos, pero más aceptado.
El juego de los adultos es más profundo, pero como señala Huizinga “el hombre juega como un niño, por gusto y recreo, por debajo del nivel de la vida seria. Pero también puede jugar por encima de éste nivel: juegos de belleza y juegos sacros”. Es aquí donde el juego puede incluir lo serio.
El juego es más viejo que la cultura. Tanto los animales como los hombres juegan, lo cual demuestra que el hombre en sí, no ha añadido ninguna característica esencial al concepto de juego.
Johan Huizinga en su libro Homo Ludens, define el concepto de juego como una “acción u ocupación libre, que se desarrolla dentro de unos límites temporales y espaciales determinados, según reglas absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas, acción que tiene su fin en sí misma y va acompañada de un sentimiento de tensión y alegría y de la conciencia de “ser de otro modo” en la vida corriente”
Una de las características más importantes del juego, es ser una actividad libre. “El juego por mandato no es juego”, es decir, no debe suponer ninguna obligación, ya que cada persona debe decidir si estar en él o no y por esta razón puede ser abandonado en cualquier momento, pese que si lo hacen éste puede terminar.
Otra característica es que el juego se aparta de la vida cotidiana, de la rutina. No obstante de estar en “otro mundo”, tiene límites de espacio y tiempo. Esto se refiere a que el juego comienza, cuando se elige libremente jugar y termina por diferentes razones, como puede ser la propia voluntad, o causas externas a la persona (por ejemplo cuando le piden que termine el juego para hacer sus deberes). Cuando se juega, se tiene noción de que es un
escape a la vida corriente, pero como toda actividad debe tener un inicio y un fin; en un tiempo y espacio determinado. Luego de haber terminado el juego, éste quedará en el recuerdo, ya sea como creación o como tesoro espiritual y puede transmitirse como una tradición dentro de la cultura.
Dentro de los espacios en que se realiza el juego, existe un orden absoluto y propio. “La desviación más pequeña estropea todo el juego, le hace perder su carácter y lo anula”, ya que este debe tener una estructura determinada para poder realizarse. El ritmo y la armonía, son las cualidades más visibles que se encuentran en el juego.
Si bien existe armonía y ritmo en el jugar, también existe tensión. Ésta alude a la incertidumbre y azar que se dan en el juego, ya que el juego se va desarrollando a la medida en que el hombre avanza dentro de éste. Esta tensión pone a prueba las facultades de la o las personas que juegan, ya sea en el ámbito físico (como fuerza corporal, resistencia, etc.), o espiritual (la inventiva, el arrojo, etc.). Este último es muy importante ya que el hombre, en medio de sus deseos de ganar debe obtener un equilibrio para no salirse de las normas y reglas del juego. Estas normas y reglas, libremente aceptadas por los jugadores, son un punto fundamental en el juego. Si se transgreden, el juego se acaba, ya que estas le dan la característica de orden.
Al analizar las diferentes características expuestas anteriormente, nos cabe preguntar, qué es la actividad lúdica. Si bien puede ser la forma espontánea en que se expresa el ser humano, tanto social como personalmente. Puede ser la forma de liberar nuestras tensiones, o de esparcirnos o de entretenernos. Pero ante todo, el juego es ocio, ya que nos produce agrado, satisfacción, alegrías. Necesitamos estar contentos sin esos propósitos que suponen esfuerzos en las horas de nuestra vida y por momentos nos entregamos a la búsqueda de un placer puro, válido en sí mismo como acto pleno.
El juego tiene una finalidad, exclusivamente individual; es una actividad que involucra absolutamente al hombre, y en él no se puede disimular.
En conclusión, el juego es creación, tanto la creación de un nuevo mundo, donde existe un orden, ritmo propio, límites, reglas; como también la creación en el sentido de la alta capacidad imaginativa del hombre. Es un reto a su inteligencia, capacidad de lucha, de resistencia y de inventiva; espacio y escenario en los que demuestra su habilidad y su destreza; esa virtuosidad propia de la condición humana.
Huizinga
homo ludens
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