jueves, 10 de septiembre de 2015

LA VIDA COMIENZA CON LA RISA DE AFRODITA: UNA HISTORIA DE NUNCA ACABAR


La historia del amor y de la risa es la historia de la ‘vida de la Vida’. No tiene principio ni tampoco fin. Es algo tan sagrado y constante como la mismísima Santísima Trinidad. Meister Eckhart lo dijo en la Edad Media con estas palabras:
Cuando Dios le ríe al alma y el alma le responde con su risa a Dios, se engendran las personas de la Trinidad. Hablando en hipérbole, cuando el Padre le ríe al Hijo y el Hijo le responde riendo al Padre, esa risa causa placer, ese placer causa alegría, esa alegría engendra amor y ese amor crea a las personas de las cuales una es el Espíritu Santo (Fromm, 2002: 118).
En nuestra particular historia el amor y la risa cumplen la función de la gozosa descolonización como liberación de las ataduras del Yo individualista y posesivo. En términos lingüísticos, consiste en la ‘des-impostación’ de la voz, la voz del dios o de la diosa ‘agelastos’ [no-risueños], la Atenea que inspiró con la razón y la fuerza la República de Chile durante los siglos XIX y XX. El pueblo no tuvo que ver con esta impostación de la voz (Salinas, 2006e). La descolonización a nivel del lenguaje fue la liberadora propuesta de Nicanor Parra con su risa antipoética:
En la antipoesía..., la risa carnavalesca suplanta la lengua tartamuda de nuestros grandes poetas..: el antipoeta se ríe de los premios, de los símbolos de la gloria y del poder, de los demás y de sí mismo. Esta relación burlesca [...] funciona como un mecanismo de ‘desimpostación’ de la voz literaria. No hay duda que hasta Parra predominaba la voz impostada que se traducía en un lenguaje sublimado y, por sobre todo, en una deificación del yo, como sucedía en Huidobro y en Neruda. La fusión de los contrarios, es decir, el rompimiento de la barrera que la cultura occidental ha colocado entre el sujeto y el objeto, el significante y significado, el principio de placer y el principio de realidad, se manifiesta, en el discurso, en la desconstrucción de los lenguajes cerrados que postulan siempre la diferencia. Desde el epígrafe el discurso niega tal separación: ‘Nos salvamos juntos o nos hundimos separados”... (Rodríguez, 1996: 23, 39-40).
Añade Rodríguez:
La desconstrucción, mediante la burla y el humor, de las oposiciones que recorren el lenguaje dominante (cerrado y acrítico) rechaza el maniqueísmo de la modernidad que engendra esa mentalidad guerrera y militante que descalifica y procura la destrucción de lo diferente, del otro; diferencia pensada siempre a partir de una identidad fija elaborada por la cultura central euronorteamericana.

N. Parra
La cultura cómica popular ha sabido esto desde siempre. Más aún, sabe que al fin, o al principio, la risa de Afrodita –‘animación’ cómica y erótica del mundo– inaugura el habla humana, el lenguaje vitalmente amoroso entre un Yo y un Tú:
Bueno, me dijo, y se rió
con gusto y con alegría,
es señas que le gustó
como volvió al otro día.

Más de un año que la seguía
sin poder hablar con ella
porque a esta cabra doncella
la cuidaban noche y día;
y de que yo la quería
ella al punto lo notó,
por fin la ocasión llegó
debajo de unos retamos
y cuando le dije ¿vamos?
Bueno, me dijo y se rió.
Partimos abrazaditos
hacia una loma cercana,
yo contento, ella galana,
de la mano tomaditos;
cantaban los pajaritos
con solemne algarabía
y ya al promediar el día
llegamos a los cerezos
y allí nos dimos un beso
con gusto y con alegría.
Nos quedamos platicando
respecto a nuestra amistá
y a veces bien colorá
la sorprendí yo temblando;
un guaso que iba pasando
con picardía miró
y cuando a ella la vio
que me abrazaba tupido
me dijo el guaso al oído
¡es señas que le gustó!
Yo no llevé ni en los tacos
al guaso de moledera
pero pensé de manera
en lo que dijo el bellaco;
agora la cuenta saco
que mucha razón tenía,
y tuve mucha alegría
al descubrir con agrado
que debe haberle gustado
como volvió al otro día.
     (Fuenzalida, 1969)
Volvamos nuevamente a empezar. Podemos decir con Nicanor Parra: “Salvo la Venus de Milo todos los documentos se vinieron abajo” (Parra: 2006, I, 905). Afrodita, como diosa que ríe, es la mujer que rompe, más que nadie, con todas las barreras conscientes e inconscientes: “Las mujeres, excluidas de las enciclopedias del ‘principio esperanza’, olvidadas en los repertorios de figuras literarias utópicas, son los paradigmas por excelencia de la ‘superación humana de las barreras’” (Alonso et al., 2005: 49).

Fuente: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-04622007000100002

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