lunes, 23 de junio de 2014

Sueños en colores

Hubo un día en que intenté soñar en colores. Dicen que cuando uno sueña en colores, éstos se hacen realidad. Aunque también están los que sostienen que soñar, sólo es cualidad de  niños, locos y poetas. Mi personalidad y mi mentalidad esta mas bien cercana a la de los niños, aunque tanto mi edad como mi estatura, no corresponden para nada a la de un infante.

¿Que hacer entonces, con una vida que no corresponde en absolutamente nada a mi idealización?.

Las opciones son muchas, desde tirarse a un precipicio, pasando por hacerse el gil o tomar la actitud de un infante con cuerpo de grande, es decir un desubicado.

La ultima opción es la que me parece más entretenida de todas; con lo que ya estoy actuando como un perfecto niño, ya que los niños lo primero que piensan es en entretenerse y luego en otras tonteras.
Salí del cuarto oscuro en que me encontraba, caminé hacia la primera plaza que encontré.

Después de caminar varias horas, por fin pude encontrar una placita que desafortunadamente estaba solitaria; los únicos turistas que por el lugar merodeaban eran dos perros callejeros, los que al verme corrieron asustados tras un camión que a esa hora pasaba por el lugar.

 Decidí dar vueltas en circulo alrededor de la plaza. Durante varios minutos la ausencia de toda vida humana fue mi única compañía.

Al atardecer, asomaron de algún rincón los primeros seres con vestigio de vida,  pero su permanencia en el lugar era escasa, sólo de transito. Por momentos llegué a pensar que la plaza estaba embrujada, pero al instante me dije:  ¡qué ridiculez!.

La noche no tardo en llegar Los primeros en aparecer junto con la luna fueron unos gatos, con quienes intercambiamos un par de maullidos; luego me invitaron a escalar algunos tejados y  a comer unos cuantos ratones; a lo que me negué ya que no me gustan los ratones: soy vegetariano.


El frió calaba mis huesos, por lo que mejor volví a casa. No recordaba el camino. Desanimado por mi magra jornada, me deje llevar una vez más por mis instintos, los que llevaron hasta un oscuro pasadizo. No tuve temor el ingresar hasta el final. El camino era siempre el mismo, sólo camino gastado y oscuro. Ya dudaba si seguir adelante o no, cuando encontré una llave en el suelo: era el único objeto que realmente estaba iluminado. Me preguntaba, para qué sería esa llave. Seguí por el derecho e interminable camino... y todavía no encuentro una maldita puerta para aunque sólo sea para probar esta maldita llave... (Es demasiado largo el camino de regreso; además estoy agotado y no creo que tenga la fuerza suficiente para volver. Lo único que me anima a continuar son mis sueños, que a pesar del tiempo todavía son en colores)...

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