Poema de amor
Este poema de amor es para ti. Para tus ojos,
para tu carne abierta en la añoranza. Y a tus labios
van dirigidos los versos que hoy te escribo.
Lejana y ya difusa. Como el beso de un niño que recuerda
los días del colegio, el pan de la merienda y el pecado
primero de saberse distinto y misterioso.
Son para ti estos versos y estas líneas. Sin saber todavía
si en tu pecho sigue latiendo el mismo sobresalto,
la misma sensación de tener mil alas en los dedos.
Para ti, para tu cuerpo mecido por mi canto,
para que nunca digas: ¿cómo eran sus besos y su boca?
¿Era el amor cuando entraba rompiéndose en mi carne ?
Y era el amor. Sí. Era. Porque entonces estabas en la calle,
viviendo por jardines, a mi lado, acariciando
y abriendo mi costado con tus labios y tu risa.
Pedacito de azul, lástima mía, sudor, saliva de mi boca,
nada puede salvarnos de la noche, de los dioses del frío,
de la amarga certeza de sabernos estrellas apagadas.
Sin embargo, en este instante pleno en que te escribo,
el mundo se contiene, tierno y mínimo, en tus manos amadas,
en el hueco bendito donde bebo tu nombre que no olvido.
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