sábado, 30 de julio de 2011

EL DERECHO AL DELIRIO

EL DERECHO AL DELIRIO
Por Eduardo Galeano, escritor uruguayo
Ya esta naciendo el nuevo milenio. No da para tomarse el asunto demasiado en serio: al fin y al cabo, el año 2001 de los cristianos es el año 1379 de los musulmanes, el 5114 de los mayas y el 5762 de los judíos. El nuevo milenio nace un primero de enero por obra y gracia de un capricho de los senadores del imperio romano, que un buen día decidieron romper la tradición que mandaba celebrar el año nuevo en el comienzo de la primavera. y la cuenta de los años de la era cristiana proviene de otro capricho: un buen día, el papa de Roma decidió poner fecha al nacimiento de Jesús, aunque nadie sabe cuándo nació. El tiempo se burla de los límites que le inventamos para creernos el cuento de que él nos obedece; pero el mundo entero celebra y teme esta frontera. Una invitación al vuelo Milenio va, milenio viene, la ocasión es propicia para que los oradores de inflamada verba peroren sobre el destino de la humanidad, y para que los voceros de la ira de Dios anuncien el fin del mundo y la reventazón general, mientras el tiempo continúa, calladito la boca, su caminata a lo largo de la eternidad y del misterio. La verdad sea dicha, no hay quien resista: en una fecha así, por arbitraria que sea, cualquiera siente la tentación de preguntarse cómo será el tiempo que será. Y vaya uno a saber cómo será. Tenemos una única certeza: en el siglo veintiuno, si todavía estamos aquí, todos nosotros seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio. Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea.

En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? Qué tal si deliramos, por un ratito? Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros; la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor; el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas; la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar; se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega; en ningún país irán presos los muchachos que se niegan a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo; los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas; los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas; los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos; los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas; la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo; la muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero; nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugarde hacer lo que más le conviene; el mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra; la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión; los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle; los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos; la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla; la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla; la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda; una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América; una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú; en Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiemposde la amnesia obligatoria; la Santa Madre Iglesia corregirá las erratas delas tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo; la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte"; serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma; los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados,porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar;seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo; la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.

lunes, 25 de julio de 2011

El Fútbol y su expresión de agon

El hombre y el juego Fútbol

El juego siempre ha estado presente a través de la historia de la humanidad, desde niños una de las primeras formas de socializar con el entorno es a través del juego, nos acercamos a otros, sentimos nuestras primeras frustraciones, nuestras primeras fascinaciones en este arte de ganar o perder.
En el trascurso del tiempo vital, el juego va perdiendo valor, va tomando un significado de irresponsabilidad, de banalidad, de algo sin importancia, de una actividad que se realiza cuando el tiempo sobra o cuando la situación no amerita encararse seriamente.
Pues bien, el Fútbol no corre mejor suerte en el ámbito de la descripción, si bien es un deporte colectivo que nos acompaña a muchos desde la infancia en cuanto a nuestras primeras formas se socialización con el entorno y además es un deporte que mueve millones de pesos y espectadores semana a semana en el ámbito de la profesionalidad. Con el paso del tiempo el Fútbol se convierte en una actividad menospreciada por intelectuales. “En 1880, en Londres, Rudyard Kipling (Nobel de literatura 1907) se burló del fútbol y de las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan. Un siglo después, en Buenos Aires, Jorge Luis Borges fue más que sutil: dictó una conferencias sobre le tema de la inmortalidad el mismo día, y a la misma hora, en la selección argentina estaba disputando su primer partido en el Mundial del 1978” (Galeano, E, 1995).
Aparte de los altos réditos económicos que deja para muchos poderes o mandamases del balónpie rentado, y la enajenación de masas provocadas por este juego-espectáculo, esta actividad, también es mirada como un deporte o acción recreativa de un fin de semana por gente mas alejada del ámbito del profesionalismo.
En este trabajo abordaremos el fútbol, llevándolo de la cancha o de la galería, al prisma filosófico. Abordaremos temas tales como: el futbol como suspensión de realidad, nos adentraremos en Callois y su clasificación de los juegos y extenderemos una teoría ampliada de los juegos, tras la visón del mismo Autor.

El futbol como suspensión de la cotidianidad.
Según Heidegger el juego, genera un efecto de suspensión de razón y realidad. La razón se suspende ya que, al entrar en un juego, lo cotidiano se vuelve secundario, el tiempo pareciera no existir, la realidad pareciera no importar, los debates de actualidad, pasan a un segundo plano, incluso al entrar en el juego, en el trascurso de este llega el momento en el que incluso la persona se olvida de si y lo único que importa es el juego, este personaje pasa a ser parte del juego, produciéndose así la suspensión de la realidad. En el Fútbol durante noventa minutos, la realidad queda ajena a lo que acontece en lo cotidiano.
Los niños, en el juego de fútbol o también llamado “pichanga”, entran en una especie de trace, fenómeno que ocurre no solo en los infantes, también en cualquier persona que a practicado la actividad. El trance se caracteriza, por abandonar ciertas condiciones externas y experimentar un estado de conciencia diferente.
Los partidos en el barrio o en la calle, no tienen tiempo de duración, pueden durar desde un corto tiempo a todo el día, desde el amanecer hasta que el sol se esconde.
En el fútbol profesional, la contienda dura solo noventa minutos, y en ese transcurso de tiempo, tanto para el jugador, como también para los espectadores, solo existe una realidad y esa realidad es el partido en si. No importa la situación política, no importa las noticias de actualidad, la farándula, la economía. En ese momento lo único que tiene valor e importancia, es la confrontación deportiva agonica.
Remarcando la idea de suspensión de la cotidianidad, en base a lo que denominamos fútbol, como deporte profesional reconocido en la mayoría de los países del mundo, se da el ejemplo de una final de la copa del mundo. Juegan Brasil versus Italia, máximos exponentes de fútbol y con una clara historia que los avala. En este partido, en ambos países que están en un enfrentamiento, los ciudadanos (no todos, si no más bien la mayoría de ellos), dejan sus quehaceres del diario vivir, suspendiendo reuniones, postergando salidas, citas románticas, la cámara de diputados entra en receso, entre otros, quedan fuera hasta un nuevo aviso, o cosas más cotidianas como dejar de cocinar. Se forma un ambiente de expectación y dedicación completa por poder ver aquel encuentro.
Comienza el partido, ambas hinchadas desde cualquier parte del planeta, mas los espectadores que están en el estadio, así como también las personas sin nación participante en la gesta deportiva, están desde sus casas, como si estuvieran en el estadio, su cuerpo esta frente a la televisión, sin embargo, su mente sus almas están en esa final. Todo deja de existir simplemente, miran el fútbol de una manera atrayente y apasionada, destacando la motivación y un animo que solo se manifiesta en estos noventa minutos que se juega la contienda, se forma un mundo aparte, de lo que ellos están mirando, a lo que realmente esta pasando, un mundo paralelo al presente que deja de lado todo acción del mundo real.



El Fútbol y su expresión de agon


Roger Callois, en el año 1986, en su libro “los juegos y los hombres”, realiza una clasificación de los diferentes tipos de juegos según su aspecto y esencia. Define así cuatro categorías fundamentales de clasificación: Agon, Alea, Mimicry e-Ilinx:
Agon. Todo un grupo de juegos aparece como competencia, es decir, como una lucha en que la igualdad de oportunidades se crea artificial¬mente para que los antagonistas se enfrenten en condiciones ideales, con posibilidad de dar un valor preciso e indiscutible al triunfo del vence¬dor. Por tanto, siempre se trata de una rivalidad en torno de una sola cualidad (rapidez, resistencia, vigor, memoria, habilidad, ingenio, etc.), que se ejerce dentro de límites definidos y sin ninguna ayuda exterior, de tal suerte que el ga¬nador aparezca como el mejor en cierta catego¬ría de proezas (Callois, 1986).
Alea : todos |os juegos basados en una decisión que no depende del jugador, sobre la cual no podría éste tener la menor influencia Mejor dicho, el destino es el único artífice de la victoria y, cuando existe rivalidad, ésta significa exclusivamente que el vencedor se ha visto más favorecido por la suerte que el vencido.
Mimicry. Todo juego supone la aceptación tem¬poral, si no de una ilusión. El juego puede consistir, no en desplegar una actividad o en soportar un destino en un medio imaginario, sino en ser uno mismo un per¬sonaje ilusorio y conducirse en consecuencia
Y por último, Ilinx. Un último tipo de juegos reúne a los que se basan en buscar el vértigo, y consisten en un intento de destruir por un instante la estabilidad de la percepción y de infligir a la conciencia lúcida una especie de pánico voluptuoso.
El fútbol, esta inmerso en la categoría de Alea, ya que se enfrentan dos oponentes en igualdad de condiciones (dos equipos compuesto por once jugadores cada uno, los que deberán introducir un balón en un arco rival).
Desde los inicios del fútbol, desde sus vestigios más arcaicos, el futbol se presenta como una competencia, incluso a veces brutal, como por ejemplo es un juego de balón realizado en el imperio maya el equipo perdedor, pagaba con su vida la derrota en la gesta deportiva.
El Agon siempre se trata de una rivalidad en torno de una sola cualidad (rapidez, resistencia, vigor, memoria, habilidad, ingenio, etc.), que se ejerce dentro de límites definidos y sin ninguna ayuda exterior, de tal suerte que el ga¬nador aparezca como el mejor en cierta catego¬ría de proezas. Esa es la regla de las competen¬cias deportivas y la razón de ser de sus múltiples subdivisiones, ya opongan a dos individuos o a dos equipos. La cualidad en el fútbol, tiene que ver con la conjunción de muchas habilidades (rapidez, destreza, habilidad, ingenio, entre otras), las que mancomunadas hacen que un equipo se alce con la victoria final y esta consiste en la hazaña de doblegar al oponente, introduciendo el balón en el arco rival. El fútbol, es un deporte colectivo, compuesto por once jugadores por equipo y un árbitro que se encarga de cumplir las reglas del deporte. Los equipos deben introducir el balón en un arco. Las medidas de la cancha son 120 metros de largo por 90 de ancho.
Estas reglas, parámetros y cantidad de jugadores varían en el fútbol amateur o por diversión, pero no cambia el objetivo de la gesta, doblegar al rival introduciendo el balón en el arco contrario, a esto lo llamaremos Gol.
“La práctica del agon supone por ello una atención sostenida, un entrenamien¬to apropiado, esfuerzos asiduos y la voluntad de vencer. Implica disciplina y perseverancia. Deja al competidor solo con sus recursos, lo in¬vita a sacar de ellos el mejor partido posible, lo obliga en fin a usarlos lealmente y dentro de los límites determinados que, siendo iguales para todos, conducen sin embargo a hacer indiscuti¬ble la superioridad del vencedor”.(Callois, 1986)

El fútbol y su expresión de Mimicry

Mimicry. Todo juego que supone la aceptación tem¬poral, si no de una ilusión (aunque esta última palabra no signifique otra cosa que entrada en juego: in-lusio), cuando menos de un universo cerrado, convencional y, en ciertos aspectos, fic¬ticio. El juego puede consistir, no en desplegar una actividad o en soportar un destino en un medio imaginario, sino en ser uno mismo un per¬sonaje ilusorio y conducirse en consecuencia. Nos encontramos entonces frente a una serie variada de manifestaciones que tienen como ca¬racterística común apoyarse en el hecho de que el sujeto juega a creer, a hacerse creer o a hacer creer a los demás que es distinto de sí mismo. El sujeto olvida, disfraza, despoja pasajeramente su personalidad para fingir otra. (Callois, 1986).
Cada hombre de fútbol de domingo en cancha de tierra, con zapatos gastados, juega a creer, juega a creer que esta en la mejor liga del mundo, que será el próximo nominado a la selección, que su gol aparece en los noticiarios de todos los canales este domingo.
Cada hincha o fanático o simplemente simpatizante, mientras mira la televisión o esta en la galería del estadio, imagina que esta dentro del campo de juego y le grita a su jugador donde dar el pase, que hacer con el balón, incluso de pie en el living de su casa, realiza el perfecto gesto técnico de cómo lanzar de mejor manera y dotado de hermosura un tiro libre al ángulo del rival.
En estas acciones el hombre, se olvida quien es, de su profesión, de donde esta en ese momento y pasa a ser otro, para a ser otro ser, el sueño toma posesión de él, la virtud de ser el mejor del mundo en aquel deporte se apoderan de su instante presente. Pasaran los noventa minutos y el hombre ya mas sereno volverá a ser quien es, seguramente el estudiante preparara la mochila para el día lunes y seguirá imaginando como aquel golpe de cabeza al balón no fue a dar al fondo del arco.
El mimicry basa su concepto en el mimetismo, en la transformación del sujeto a convertirse en otro. Este proceso, ocurre lenta y previamente antes del cotejo, sobretodo en el hincha del fútbol en aquel fanático que se disfraza en torno a su tribu (equipo de fútbol). Pinta su rostro con sus colores, se disfraza con el atuendo sagrado para la ocasión (camiseta y bandera incluida), empieza una transformación de carácter psicológico, crea cantos, rituales, cabalas, ceremonias, bandas, entre otras acciones, para salir al templo sagrado llamado estadio o cancha de fútbol, incluso aquel fanático que mira el partido por televisión o escucha como antaño el partido por radio, él esta mimetizado, en cuerpo y alma en otra persona, el ritual lo ha vuelto otro que no es la misma persona que encontraremos a diario en el trabajo o la esquina del barrio. El ritual previo de convertirse en hincha, de convertirse en parte de la tribu fútbol, es el camino mágico alumbrado por estrellas y sueños de victoria a la transformación de la persona en otro, mientras dura el juego.

Teoría ampliada

La teoría ampliada de Callois, confiere la unión o rechazo de dos unidades estructurales del juego, estas se pueden complementar o rechazar, aquí veremos como se relacionan las anteriormente estudiadas en profundidad en el caso del fútbol ( agon y mimmicry).
LAS ACTITUDES elementales que rigen los juegos —competencia, suerte, simulacro, vértigo— no siempre se encuentran aisladas. En repetidas ocasiones se ha podido comprobar que eran ap¬tas para conjugar sus seducciones. Numerosos juegos se basan incluso en su capacidad de aso¬ciación. Sin embargo, aún falta que principios tan marcados concuerden indistintamente. To¬mándolas sólo de dos en dos, las cuatro actitu¬des fundamentales permiten en teoría seis con¬junciones posibles y sólo seis. Una a una, cada cual se conjuga con una de las otras tres. (Callois, 1986).
Competencia-simulacro (agon-mimicry);
Una combinación análoga existe entre el agon v la mimicry Ya antes he tenido la ocasión de subrayarlo: toda competencia es en sí un espectáculo. Se desarrolla según reglas idénticas y en la misma espera del desenlace. Pide la pre¬sencia de un público que se precipita a las ta¬quillas del estadio o del velódromo, como lo hace a las del teatro o del cine.
Los antagonistas son aplaudidos a cada tanto que se apuntan. Su lucha tiene peripecias que corresponden a los distintos actos o a los epi¬sodios de un drama. En fin, éste es el momen¬to de recordar hasta qué grado son personajes intercambiables el campeón y la estrella. Una vez más, hay aquí una combinación de dos ten¬dencias, pues la mimicry no sólo no es nociva para el principio del agon, sino que lo refuerza por la necesidad en que está cada competidor de no defraudar a un público que lo aclama y lo domina a la vez. Se siente en una represen¬tación, está obligado a jugar lo mejor posible, es decir, por un lado con perfecta corrección y, por el otro, esforzándose al máximo por obtener la victoria (Callois, 1986).
En el deporte llamado futbol el asistente es conocido como hincha, el origen de la palabra se remonta a principios del siglo XX, a la republica del Uruguay, donde cuenta la leyenda, existía un talabartero, es decir un hombre encargado de inflar o hinchar los balones para el juego y este personaje de nombre prudencio miguel reyes, arengaba con tal devoción a los jugadores de su club que sobresalía por el resto, desde ese momento cuenta la leyenda que se empezó a mencionar la frase: “mira como grita el hincha”.
Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música (Galeano, E. 1985).
El fanático es el hincha en el manicomio, El fanático llega al estadio envuelto en la bandera del club, la cara pintada con los colores de la adorada camiseta. Nunca viene solo. Metido en la barra brava, peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y da miedo el miedoso. La omnipotencia del domingo conjura la vida obediente del resto de la semana, la cama sin deseo, el empleo sin vocación o el ningún empleo: liberado por un día, el fanático tiene mucho que vengar. En estado de epilepsia mira el partido, pero no lo ve. Lo suyo es la tribuna. Ahí está su campo de batalla. (Galeano, E. 1995).
A los anteriores estados de efervescencia, sumados a los once jugadores en el campo de juego, encontramos una amalgama especial, una amalgama, que sumada es mas que por si sola. Al hincha no se le puede decepcionar, él exige la vida por sus colores, que los jugadores entreguen lo mejor de si en el campo de juego y ellos lo saben, semana tras semana se juegan el destino en cada jugada, en cada partido. El aliento desde las tribunas muchas veces los puede levantar o simplemente destrozar.
“Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval” (Galeano, E 1995).
El resultado, será una anécdota, el hincha volverá el próximo domingo a envestirse de los ropajes que lo convierte en protagonista, mientras que los gladiadores, se prepararan toda la semana para el siguiente combate. Agon y mimicrix se prepararan por separado, para la siguiente contienda, el hincha imaginara el partido, y los jugadores prepararan su estrategia, todos se volverán a encontrar el próximo fin de semana.
Para finalizar quisiéramos compartir un cuento de Eduardo Galeano, de su libro el Fútbol a sol y sombra escrito en el año 1985. Quien refleja de muy Buena forma que el es futbol:
“La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rajo, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana: bailarín que danza con una pelota leve como el globo que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez. El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía. Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”.

domingo, 24 de julio de 2011

AntiPsiquiatría

La teoría de la enfermedad mental es científicamente imprecisa y su estatuto esta aún por definirse. La psiquiatría como institución represora es incompatible con los principios de una sociedad democrática y libre, y debe ser abolida. Al negar la validez científica de la teoría de la enfermedad no se esta negando la realidad de las enfermedades neurológicas, la locura, el crimen, el consumo de drogas y los conflictos sociales.

El concepto de enfermedad mental tuvo su utilidad histórica pero es, en la actualidad, científica y médicamente anticuado, y moral y políticamente dañino por las razones que veremos en este artículo.



En 1961, Thomas Szasz, médico psiquiatra, psicoanalista y actualmente Profesor Emérito de la Universidad del Estado de New York, publicó “El mito de la enfermedad mental”, que inició un debate mundial sobre los denominados trastornos mentales. Szasz anota que la mente no es un órgano anatómico como el corazón o el hígado; por lo tanto, no puede haber, literalmente hablando, enfermedad mental. Cuando hablamos de enfermedad mental estamos hablando en sentido figurado, como cuando alguien declara que la economía del país está enferma. Los diagnósticos psiquiátricos son etiquetas estigmatizadoras aplicadas a personas cuyas conductas molestan o ofenden a la sociedad. Si no hay enfermedad mental, tampoco puede haber hospitalización o tratamiento para ella. Desde luego, las personas pueden cambiar de comportamiento, y si el cambio va en la dirección aprobada por la sociedad es llamado cura o recuperación.



Por consiguiente, las intervenciones psiquiátricas deben ser definidas con claridad como voluntarias o involuntarias. En las voluntarias, la persona busca la ayuda del profesional movida por sus problemas. Típicamente, el individuo es un beneficiario de la intervención del psiquiatra. En las involuntarias, la sociedad impone la intervención. Típicamente, el individuo es una víctima de la acción del psiquiatra, en tanto que la sociedad(la familia) es la beneficiaria. La psiquiatría involuntaria es incompatible con los principios de una sociedad democrática y libre, y debe ser abolida.

miércoles, 20 de julio de 2011

El hincha

A unas horas de la presentación de nuestra propuesta del fútbol como juego de agon, algo de mimicry... el que entiende entendiende jajaja.
de paso un abrazo para mis amigos y cada dia mas hermanos alvaro y alexis. que las proximas filosofadas sean mas largas y cada hora sean mas de 4 lineas, noves vemos hermanos.. aguante el semestre se acaba y mañana ganamos por goleada.

"Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio.

Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno.

Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos.

Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.

Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval".