jueves, 29 de julio de 2010

Conocer el mundo por tus propios ojos

Quien no a soñado con dejarlo todo y salir a recorrer el mundo, dejar el trabajo aburrido de la oficina y quedarte a la berma del camino levantando el pulgar para que un alma caritativa te lleve a donde el destino te guíe.

Salir de mochilero es una aventura que toda persona por lo menos una vez en su vida tiene que realizar, pues hay gente que toma esto como un estilo de vida, tienen comunidades cibernéticas y se juntan en algún rincón del planeta a compartir experiencias, pasarlo bien y sobretodo a vivir minuto a minuto una vida feliz.

Las comunidades de mochileros son en mi opinión el hecho tangible de un mundo mejor, se reciben en sus casas sin esperar nada a cambio, se saludan y se comunican como si fuesen amigos de años, se apoyan con datos prácticos, se entregan contactos desinteresadamente, y se apoyan con únicos fundamentos de amor y alegría. Muchas veces me ha tocado hacerme amigos fraternos en el camino únicamente viendo a personas con inmensas mochilas en sus espaldas.

Estos viajeros tienen una sensibilidad especial, un rostro lleno de vida, incluso tienen un manifiesto:

“Que la condición humana admite más posibilidades que el diploma y la oficina. Nuestra sociedad actual considera a las personas poco más que herramientas especializadas. Eficiencia y productividad son valores imperantes. Ante este recorte nos proponemos revalorizar el conocimiento y la experiencia como valores, y el viaje como un medio privilegiado de acceder a ellos…

Que una sociedad de individuos entrenados para ser autosuficientes y no preguntarle la hora a nadie es un criadero de neuróticos. De neuróticos y de futuros consumidores de alarmas y pastillas para el stress. Al viajar como mochileros, al hacer dedo, reestablecemos el contacto humano, esa llama vergonzosa…

Que ser responsable es darnos cuenta de que la vida es una sola, que se vive día a día, y que una vejez con jubilación diga no justifica una juventud de viejos. Ser responsable no significa solo asumir obligaciones, sino también animarse a asumir la libertad y no atarse innecesariamente a cosas ajenas a nuestra esencia…

Que nadie es viejo en tanto no se haga cargo de su edad. Nunca es demasiado tarde para nada. Viejo es quien hace las cosas que se esperan de un viejo, solo porque otro lo esperan de él…

Que el mundo no es un lugar estático sino una maraña de caminos por los que millares de personas caminan a diario. Cruzando fronteras, vadeando arroyos o escalando montañas…

Que ese mundo es aún un buen lugar para vivir, que las personas que lo transitan comparten algo que es mucho más fuerte que sus diferencias, sean estas de raza, religión o profesión. Estas personas son intrínsecamente buenas…

Que nadie se encuentra en peligro por estar lejos de casa, creemos que las ciudades son definitivamente más peligrosas que las rutas, los montes y los lagos. Creemos que el universo cuida de nosotros, y que una jornada laboral de 12 horas es más peligrosa que viajar a dedo…

Que el dinero es una parte opcional del equipaje, ya que nadie se alimenta de dinero. No sólo se hacen cosas a cambio de dinero. Pensar eso sería transportar arbitrariamente las relaciones comerciales a las relaciones humanas. Una sonrisa oportuna puede valer millones…

Que todos los viajeros podemos aprender los unos de los otros, que nadie nace sabiendo, que siempre hay alguien que va por primera vez a ese lugar que nosotros conocemos como la palma de nuestra mano…

Que el viento que nos da de lleno en la caja de una chata puede ser la vacuna contra la rutina…

Que la simplicidad es algo a ser reivindicado, y está más cerca de un pan casero al costado del camino que de un crédito hipotecario o vacaciones de quince días pagadas en tres años…”

Hay personas que sueñan cambiar el mundo algún día, hay personas que sueñan vivir felices en algún tiempo. Según mi visión los mochileros o viajeros cumplen ambas condiciones a través de toda su vida.

viernes, 23 de julio de 2010

¿ Que es una terapia de risa ?

La risa no sólo es el movimiento de 400 músculos que representa la intención máxima de alegría, si no que también hace algunos años es una terapia muy efectiva tanto para personas que son muy buenas para reír, como para personas que fruncen el ceño algo más rápido.

Es importante tener claro que una terapia de risa, no es un show de humor. Por lo tanto, no se cuentan chistes ni hay payasitos que nos hagan reír. La terapia de risa es una actividad vivencial se habla muy poco, se juega bastante y sobretodo se ríe mucho.

Se realizan diferentes actividades como ejercicios de respiración, pantomima, juegos infantiles, meditaciones activas, entre otras cosas delirantes. Una persona guía la actividad y los participantes poco a poco se empiezan a soltar y las risas sanadoras fluyen por si sola.

No es necesario tener buen humor, ni ser una persona “graciosa”, aquí lo que importa ex la experiencia, es la recuperación de la risa de cada una de las personas, de rescatar el lado alegre, creativo y amoroso de los participantes.

La idea de la terapia de risa, es que utilicemos la risa como camino de sanación o prevención y que la utilicemos cada vez que lo consideremos necesario, y no dependamos de un agente externo que nos “haga” reír.

Con el paso del tiempo la risa es cada vez mas escasa, pero cuando somos adultos también podemos reír como niños. No esta de más probar esta terapia, pasaremos un buen momento y mejoraremos nuestra salud, ya que la risa no tiene contraindicaciones.

jueves, 22 de julio de 2010

Testamento

Te dejo, yo que sé,
el fracaso más tierno
la idea de no verte
ese pequeño espejo
donde te amé durante
más de cuarenta años.

Y la cuartilla llena
de un poema de Bécquer
volverán las oscuras...,
la calle donde llueve
cada día y minuto,
cada mes, cada año.

Te dejo la palabra
el vasito de vino,
esos pasos cansados
el saberte conmigo,
el morir y vivir
encogido en tus besos.

Vendrá la vida a vernos,
en el mes del olvido
cuando tiene la tarde
el color del domingo
y sabe la nostalgia
a cuaderno y colegio.

Hoy tomé en la cocina
ese café tranquilo
con galletas y sueños
y pensé en espejismos
y leí un poema
de Margarit, ¿recuerdas?

El que habla de Joana
y del coche que pita
en una calle triste
aquél que me decía
que la vida es hermosa
siempre que viva ella.

Asi que aqui te dejo,
cuando voy al trabajo,
la promesa solemne
de volver a tu lado
aunque esta noche el mundo
se hunda y me desarme.

Para que tú lo sepas
te dejo como herencia
lo que yo siempre quise:
el dolor, la tristeza
de otros –dios los bendiga–
que nos hicieron grandes.

En ellos me refugio,
con ellos soy monarca
dueño del paraíso,
señor de cuerpo y alma
y dios omnipotente
de las calles y bares

Y dueño de tus labios.
dueño de tus reproches
y de tus regañinas
de tu tos por la noche
y de esa palabra
que huele a pan y a tarde.

Te dejo todo eso
sin que nadie lo sepa.
Para que un día si quieres
venga la voz certera
de Neruda a decirnos
esos veinte poemas.

Y sepamos que otros
han convertido el mundo
en lugar de esperanza
en el dulce refugio
donde salvar la vida
efímera y pequeña


rodolfo serrano

viernes, 9 de julio de 2010

Los tres sabios reidores

Me han contado una historia sobre tres místicos hindúes. Nadie conoce sus nombres. Se los conocía sólo como Los Tres Santos Reidores, porque nunca hacían ninguna otra cosa, solamente reían. Solían ir de una ciudad a otra, pararse en el mercado y largarse una buena carcajada visceral.

Estas tres personas eran realmente hermosas, riendo y con sus vientres agitándose. Era como un contagio, todo el mercado comenzaba a reír… Durante unos pocos segundos un nuevo mundo se abría.

Viajaban por toda India sólo ayudando a que la gente se riera. Gente triste, gente enojada, gente codiciosa, gente celosa: todos comenzaban a reír con ellos. Y mucha gente captó la clave: podemos transformarnos.

Sucedió entonces, en un pueblo, que falleció uno de los tres. Los pobladores dijeron: “Ahora habrá problemas. Su amigo ha muerto y deben llorarlo“, pero los dos estaban bailando, riendo y celebrando la muerte.

La gente del pueblo dijo: “Esto es demasiado. Estos no son modales. Cuando muere un hombre es profano reír y bailar“.

Entonces, los dos hombres dijeron:

“No saben lo que ha sucedido. Nosotros pensábamos quién de los tres moriría primero. Este hombre ha ganado, estamos derrotados. Nos reímos con él toda la vida ¿cómo podríamos despedirlo de otra manera? Debemos reír, debemos disfrutar, debemos celebrar. Esta es la única despedida posible para un hombre que ha reído toda su vida. Y si no reímos, él se reirá de nosotros y pensará: ¡Tontos! ¿De modo que de nuevo han caído en la trampa?. No pensamos que esté muerto. ¿Cómo puede morir la risa, cómo puede morir la vida?“

Luego debían incinerar el cuerpo y la gente del pueblo dijo: “Lo bañaremos como lo prescribe el ritual”. Pero aquellos dos amigos dijeron:

“No, nuestro amigo ha dicho que no hagamos ningún ritual y no cambiemos su ropa ni lo bañemos. Sólo que lo pongamos como está en la pira crematoria; por lo tanto, tenemos que seguir sus instrucciones”.

Y entonces, de pronto, sucedió algo muy importante.

Cuando el cuerpo fue colocado sobre la pira, ese anciano hombre hizo su último truco. Había escondido muchos fuegos de artificio debajo de sus ropas y repentinamente hubo ¡diwali!

Entonces el pueblo entero comenzó a bailar.

No era la muerte, era la nueva vida, una resurrección.

Toda muerte abre una nueva puerta. Si cambias tu tristeza por celebración, entonces tú también serás capaz de cambiar tu muerte por resurrección.

Aprende este arte mientras haya tiempo.